miércoles, 21 de marzo de 2012

Es necesario resolver las necesidades de los pueblos indígenas. Hay que deponer intereses en ambas partes.

Por Federico José Guillermo Tejada

         Escuchar y atender los requerimientos de justicia es la medida que se debe adoptar en el asunto con los Nögbe-Buglé. La política de extender el problema solo acarrearía mayores sinsabores y traería nuevamente un ambiente de desconcierto y violencia que no es conveniente para nadie en este país.

         La presencia de empresas interesadas de explotar las minas y los ríos en la comarca, parece ser el escollo por la que atraviesa la trama que amenazó con crear un caos en toda la sociedad panameña. Luego de un periodo de diálogo, la dilación y las componendas de parte y parte se logró un acuerdos, dando pasos a una tregua entre Gobierno e Indígenas para así discutir lo avanzado. Pero aún hoy, hay intereses oscuro que parecen atentar contra la posibilidad de lograr un entendimiento entre las partes.

         Tenemos entendido que ya hay acuerdos en cuanto a la no explotación de minas en la región comarcal; lo que obstaculiza el consenso son las concesiones que se han otorgado para la creación de hidroeléctricas dentro y fuera de las áreas comarcales, pero para ello se ha logrado que sea los propios nogbe-buglé a través de un plesbicito que acuerden la presencia de la misma en sus comarcas, así mismo se logró obtener que una parte de las ganancias sean destinada para el desarrollo de la comarca, así como garantizar un porcentaje de empleo para sus pobladores.

         Los pueblos originarios están dentro de la línea de pobreza extrema. Impelidos a refugiarse en las montañas por las hordas españolas, hoy subsisten en estos lares. Para ellos, el agua lo es todo, es la vida y el sitio donde moran los espíritus de sus muertos, y son considerados sitios sagrados. Los latinos no lo vemos así, los ríos son utilizados para depositar los desechos industriales y del ser humano. Hace un par de décadas atrás podíamos bañarnos en los ríos existentes en Juan Díaz, o La Chorrera, hoy esto es imposible.

         Un miembro Nögbe-Buglé indicaba que “ellos se había alumbrado por siglos con guarichas, por lo que las hidroeléctricas no les era de interés para ellos”, razón que le asiste pues, son áreas huérfanas de luz eléctrica.

         Las hidroeléctricas son necesarias, pero no son indispensables para la generación de energía que requiere el país. Considero que la modificación de la Ley 6 de 1997 que se discute actualmente en la Asamblea es un paso importante en esta dirección pues va a permitir la presencia de nuevas formas de explotación de energía renovable.

         Además las hidroeléctricas anegan cientos de hectáreas de tierras, muchas de ellas fértiles y habitadas en la actualidad, y luego de su construcción, dado su tecnología solamente un porcentaje ínfimo de trabajadores son los que se encargan de accionarla.

         Otras fuentes de energía que se prueban en distintas latitudes solo representan un pequeño porcentaje de la energía usada en esos países, además son costosas como la energía eólica, las de biomasas, la solar, las geotérmicas, la atómica o la que se ensayan con las mareas, la energía mareomotriz.

         Por ello las conversaciones futuras entre las partes en conflicto deben desarrollarse con planteamientos razonables para lograr un consenso. Hay que negociar sin intransigencia o soberbia, alejado de toda actitud racista.

         Sería apropiado a la par de este problema, establecer nuevos parámetros en materia de ahorro energético, aprovechar los efectos de la luz solar, lograr que las construcciones de edificios y casas tengan ventanales para alumbrar los interiores de estas construcciones, así como adaptar mecanismos para el uso de los vientos que se dan en las áreas altas de nuestras montañas, o en los edificios muy altos afín de utilizar su fuerza y crear energía eólica para el consumo de estos edificios o para los habitantes de estos poblados.

         La situación es preocupante, y prepararnos para el futuro es la línea a seguir, pues la sobre explotación de los yacimientos fósiles está haciendo que puedan agotarse a finales de este siglo XXI, haciendo también que el crecimiento de la demanda del petróleo sea cada vez más caro.

         Debemos incentivar a la juventud a buscar nuevas formas de explotación de energía, renovables y limpia. Invertir en la investigación también podría ser beneficioso de lograr algún mecanismo que nos permita contar con una alternativa en este punto. Nuestro país es acariciado directamente por la energía solar, tratar de buscar su mayor utilización sería importante. 

         En el caso con los Nögbe-Buglé hay que escucharlos, y brindarles alternativas a sus problemas, e incluso agregar beneficios de las explotación de sus riquezas naturales, y sacarlos del estado de pobreza. 

         La época de la compra de conciencia por unas cuentas, espejos, botellas de licor, o herramientas, ha pasado, hoy estos pueblos saben que es lo que quieren para ellos y sus futuras generaciones; y esto pasa por hacerles justicia poniéndose sus zapatos. Pero antes  ellos tienen que despejar su actual visión en defensa de su cultura apartando a los que intentan aprovecharse de sus males.