Cuando leí en los medios sobre la muerte de Amy Winehouse, me dije, esta es
otra personalidad del mundo de las artes que se lleva el consumo de drogas.
Pero sabemos que detrás de todo esto hay una triste realidad que se
manifiesta en este mundo del consumo de drogas, comercio y violencia; tema que
ha obligado a Ecuador, un país latinoamericano a legalizar el consumo de la
mariguana, por ejemplo.
Pero también hay todo una industria que promueve estos
vicios, sin que existan medidas coercitivas contra ellos, por ejemplo, la
reciente presentación de La cantante juvenil, Miley Cyrus, en la reciente gala de los MTV Video
Music Awards cuya canción hace alusión al consumo de la cocaína.
Según declaraciones del padre de Amy Winehouse, él se la
pasaba todo el tiempo peleando con vendedores de drogas, y hacía énfasis en
“peleando”. Hablaba de la presencia, a diario, de pandilleros dedicados al
comercio de drogas que incluso dormían en la entrada de la residencias de su
hija. ¡Se imaginan!
Si esto era así, como no estarán todas las residencias de
los famosos custodiadas por los comerciantes de este producto tan letal para la
vida. Las fiestas suntuosas a los que nunca podremos acceder que solo se ven en
cine o tv, muestran en la mayoría de los casos a personas consumiendo drogas,
así mismo en clubes nocturnos, esto es un pálido ejemplo de lo que es éste
comercio de drogas. ¿Y las autoridades qué hacen para combatir el comercio al
detal de este asunto?, sería la pregunta a dilucidar.
En definitiva son sociedades
tolerante en sus territorios con los que comercian drogas, estupefacientes,
opiáceos, pastillas, etc., donde se mueven miles de miles de personas buscando
vender estas sustancias alucinógenas. Digo tolerante, pues al parecer no se hace
nada para reprimir este comercio. Al contrario, se permite e incluso para
aquellos que las consumen ya han establecidos normas para lograr su
tratamiento, o rehabilitación, en otras palabras son tratados como enfermos,
pero ojo, solo en sus territorios de países de primer mundo
El combate a
las drogas un problema mundial
Contrasta esto con los
esfuerzos de las naciones latinoamericanas y otras en el mundo para combatir
este flagelo que amenaza la economía mundial destinando miles de millones de
dólares de sus exiguos presupuestos para reprimirlos en su territorio. Mientras
que los principales países consumidores destinan
escuálidas ayudas para financiar programas. Pero este apoyo principalmente va dirigido
a dotar o entrenar a los ejércitos de estos países y a armarlos hasta los
dientes para luchar contra ella, las drogas, fortaleciendo las medidas
represivas y coercitivas.
Se invierten millones de dólares en sistemas complejos de
escuchas, se militarizan los ejércitos nacionales para
combatir a los narcotraficantes, se mueven miles de millones de dólares en
armamentos para lograr acabarlos, muchas veces condicionada a la compra del
parque militar del país oferente que da un porcentaje irrisorio mientras vende
mediante préstamo el resto de los artefactos bélicos.
El Informe Mundial sobre
las Drogas (2012) calcula
que: “unos 230 millones de personas, o el 5% de la población
adulta del mundo, consumieron alguna droga ilícita por lo menos una vez en
2010. Los consumidores problemáticos de drogas suman unos 27 millones, o el
0,6% de la población adulta mundial. En general, el uso de drogas ilícitas
parece haberse estabilizado en todo el mundo, aunque continúa aumentando en
varios países en desarrollo. La heroína, la cocaína y otras drogas se cobran la
vida de aproximadamente 0,2 millones de personas cada año, siembran devastación
en las familias y causan sufrimiento a miles de otras personas. Las drogas
ilícitas socavan el desarrollo económico y social y fomentan la delincuencia,
la inestabilidad, la inseguridad y la propagación del VIH”.
Agrega este informe que: “En Centroamérica, una
red de fiscales está aplicando prácticas óptimas para fortalecer la justicia
penal en esa región. Al mismo tiempo, el Programa mundial de fiscalización de
contenedores, cuya finalidad es fiscalizar los contenedores transportados por
mar y por aire, se está ampliando y funciona en un mayor número de países”.
Los gastos en armamentos son contraproducentes frente al problema
En Panamá, por ejemplo, es evidente
que se está dotando con el más moderno arsenal a la policía nacional rayando en
la militarización de la misma contraviniendo claros preceptos constitucionales,
aún cuando ellos lo nieguen, se percibe esto cuando salen en arreo de combate
en desfiles por las calles de la ciudad en época festiva luciendo su arsenal
aéreo, terrestre y naval. ¿Pero realmente este rearme va dirigido hacia ese
combate contra las drogas, o tienen otros propósito?
En los últimos
30 años, Washington ha demostrado que no quiere o no puede frenar su demanda de
drogas y el flujo de dinero y armas a las bandas. La administración de Barack Obama ha recortado un
16% las ayudas para la lucha contra el narcotráfico en América Latina en el
presupuesto destinado para ello.
En 2011 EE UU
entregó 180 millones de dólares a México en ayudas militares y asistencia
policial, pero solo 16 millones a Guatemala y seis millones a Honduras y El
Salvador. En esos tres últimos países actúan 900 maras (bandas
juveniles) que tienen más de 70.000 miembros involucrados en el narcotráfico.
El anterior
presidente de Guatemala, Álvaro Colom,
tuvo que despedir a dos jefes de la policía nacional por sospechas de su
vinculación con el narcotráfico. Con solo el 8,5% de la población mundial,
América Latina y el Caribe son responsables del 27% de los asesinatos que se
cometen en el mundo debido a este comercio ilícito.
Según el presidente guatemalteco, Otto Pérez
Molina, los fracasos de la “guerra” obedece en parte porque parte de una
premisa falsa: que los mercados globales de la drogas pueden ser erradicados.
El problema debería ser tratado, dice, como un problema de salud pública, no de
seguridad.
Las soluciones penales
tampoco han llevado a ninguna parte. En EE.UU una transacción con drogas
ilegales por valor de 200 dólares puede conllevar una pena de tres años de
cárcel, lo que cuesta a los contribuyentes unos 100.000 dólares en los costes
judiciales y de reclusión de los condenados. En 2011, California gastó 9.100
millones de dólares en prisiones frente los 5.700 que gastó en universidades
públicas: un estudiante universitario le cuesta a ese Estado unos 8.667 dólares
anuales, frente a los 45.000 que gasta en un preso.
El presidente
colombiano, Juan Manuel Santos,
ha asegurado que su país no puede ni va a tomar ninguna acción unilateral, pero
que cree que la región tiene “la autoridad moral” para abrir la discusión, como
hizo en Cartagena: “Llevamos ya 100 años de lucha contra la droga y tenemos que
indagar alternativas más eficaces y menos costosas si las hay, entre lo que
podríamos llamar el modelo asiático, cárcel y hasta pena de muerte para los
consumidores, hasta el otro extremo, que sería la legalización de la cadena de
producción y distribución”.
Entre las
fórmulas intermedias, Santos menciona una despenalización del consumo, e
incluso legalizar el tráfico, aunque reconoce que mientras no se llegue a un
consenso global, no hay alternativa al combate contra el narcotráfico en todos
sus eslabones”. Los ex presidentes de Brasil, Fernando Henrique Cardoso; de México, Ernesto Zedillo; de Colombia, César Gaviria; el ex secretario de Estado de EE UU, George Shultz, el ex presidente de la
Reserva Federal, Paul Volcker;
el ex secretario general de la ONU Kofi
Annan, y los escritores Mario
Vargas Llosa y Carlos Fuentes
ya se han pronunciado por la primera opción.
Quizás ese
desenlace no esté tan lejos como parece. En 2010, un 46% de los californianos
votó a favor de la legalización de la marihuana. Hoy las encuestas revelan que
el apoyo ha subido hasta superar el 50% en el conjunto del país. Legalizar la
marihuana podría quitar un 25% de sus ganancias a los carteles, unos 10.000
millones de dólares.
Otto Pérez
Molina ha advertido que si no se logra un consenso, su gobierno estaría
dispuesto a legalizar unilateralmente las drogas. Todas las otras opciones
están cerradas por ahora: no se espera que ante su déficit fiscal EE UU vaya
aumentar los fondos para la guerra y tampoco nada parece indicar que la demanda
vaya a caer en un futuro previsible.
Peter Hakim, presidente emérito de Inter-American Dialogue, es contundente: “Si
Washington decide que no está dispuesto a considerar nuevos enfoques, entonces
los latinoamericanos deben continuar por su cuenta. Al fin y al cabo, son sus
intereses –y sus vidas– los que están en juego”. ¿Usted qué piensa? Países
donde se han legalizado el consumo de la droga, se han encontrado con serios
problemas de salud, al extremo que hoy algunos han revertido el asunto y vuelto
a penalizar su consumo.
Por otra parte
podemos ver las campañas tendientes a evitar que la población consuma
cigarrillo, esas campañas han tenido éxito, frente a un problema de salud que
representa su consumo. ¿Debemos entonces legalizar el tráfico y el consumo de
drogas y dedicar estos millonarios gastos en armamentos hacia la concienciación
y la educación de la población? Lo cierto es que entre el negocio del
narcotráfico y el negocio armamentista, la población se encuentra como
secuestrada, entre ambos negocios, nosotros somos las víctimas. Les dejo esto
como reflexión de un problema de alcance mundial.
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