En la década de los 70 y 80 los
jóvenes estudiantes no solo pedían soberanía en Panamá, sino que luchaban por
una revolución social en todo el continente. Como era de entenderse en esos
momentos solo había dos disyuntivas a escoger, una mantener el capitalismo o
aspirar a construir una sociedad socialista. Desde esos tiempos el mundo ha
dado muchas vueltas, el capitalismo se enseñorea como sistema único posible, se
han rotos las barreras de la confrontación entre el norte y el sur, han caído
los iconos más sobresalientes del socialismo y el comunismo en el mundo. Pero
pese a ello, más de la mitad de los seres humanos viven bajo un régimen de
corte socialista en la actualidad, solo con mencionar China que está en medio
de un sistema ambivalente, pues así como pregona a lo interno de sus
territorios las bondades del socialismo también practica el capitalismo en todas
sus estrategias económicas en el ámbito mundial.
Decía
que acariciar una revolución social era la tónica del momento en aquellos
tiempos lejanos pues las injusticias del sistema capitalista con sus cuadros de
miseria, hambre, desempleo, pobreza, entre muchos otros males obligaban a
pensar en un ideal, buscar una alternativa a tanta injusticia social. Se
pensaba que el socialismo era la solución, y a favor de ello no solo se
manifestaron millones de jóvenes en toda América, sino que incluso murieron
miles que optaron por la vía armada para imponer sus criterios, la llamada guerra
fría fue brutal en nuestro continente, pues nunca fue tan fría pues los
militares aupados, entrenados y armados por los norteamericanos impidieron
muchas posibilidades de ver fructificar estas ilusiones de mejores días.
Pero
qué de aquellas que lograron llegar a triunfar mediante el sufragio universal caso
Nicaragua, hoy Venezuela, sumado a aquellos casos como Chile, Brasil, Ecuador,
entre otros, que abanderan el llamado socialismo siglo XXI con sus propuestas
conciliadoras. Cuba la más longeva en América cuyas huestes revolucionarias
tomaron el poder hace 64 años viene destacando en materia de ver afincado un
sistema socialista que no logra consolidar. ¿Realmente necesita una revolución
como la cubana del capitalismo para descollar y llevar a feliz término la
sociedad de la abundancia? Creo que no, tienen todo para demostrar que si se
puede sobresalir como sociedad, pero no lo logran. ¿Por qué? Los otros como
Venezuela y Nicaragua (este último se tomó el poder mediante las armas) están
compitiendo en lograr instaurar el nuevo caudillismo en América, tomando como
consigna aquellas que correaban miles de manifestantes por lograr mejores
tiempos. Un nuevo caudillismo con todo sus males detrás, cómo si no pudiera
nuestra América subsistir sin ellos. Hoy nos encontramos ante nuevas formas de
lograr el tan acariciado bienestar para todos, y digo “para todos” entre
comillas pues aún está muy lejos lograr una real justicia social pues dentro
del sistema capitalista pugnan corrientes que van desde aquellas que desean
agotar todos los recursos existentes en la Tierra para su propio beneficio y
los que pregonan una explotación más cónsona con el ambiente.
Pero
qué de las ilusiones de mejores días, en aquellos pueblos que viven bajo un
sistema socialista o comunista. Estoy convencido que esta nomenclatura para
definir la relación social de las masas son solo una tapadera para el control
real de ellas, pues no existe en este momento una verdadera revolución en
materia social, económica, o política. Veamos este punto. Si de revolución hablamos,
entendemos que este término significa cambios, ordena una total devastación de
todo lo que ha ordenanza social se refiere. Pero en la realidad y según nuestra
percepción no ha habido tal cambio y solo se han cambiado nombres pero la
receta de control social se mantiene, incluso de manera brutal. Se siguen en
esos países el uso de la fuerza militar para dominar, se mantiene una
burocracia que lejos de ser revolucionaria caen constantemente en las redes de
la corrupción junto a sus familiares, se usa la tecnología para espiar y
contrarrestar las mentes disidentes del sistema sea este capitalista o
socialista.
Como
sistema económico se mantiene el mismo esquema, la monetarización de la
actividad laboral, no ha habido un cambio sustancial en este asunto. Aun se
pagan salarios irrisorios a los trabajadores, por ejemplo, pero esta vez desde
el poder central del estado. Se masifica la pobreza. En otro orden se mantiene
el uso de los hidrocarburos como fórmula principal de obtener energía
continuando la dependencia de estos cuando hay muchos inventos que muestran que
el hombre puede lograr un salto cualitativo en materia energética usando otras
formulas más cónsonas con el ambiente, como la eólica, la solar, las mareas,
entres otras, incluso en el espectro de las llamadas fuentes de radiación que
nos rodea. Pero no. Se mantiene el sistema haciendo a sus países dependientes
del status quo en este campo. A qué se debe que no han puestos a sus mejores
mentes a liberar al mundo de este nefasto uso de los hidrocarburos que
contaminan el ambiente, me pregunto. Esa sería una verdadera revolución.
Continúan
aquellos personajes que luego de lograr acceder a puestos de elección se
consideran insustituibles por lo que acuden a tratar de perpetuar su figura por
décadas logrando que una importante cantidad de funcionarios adeptos a él o
ella lo respalde, entre estos los militares. Y usan todo tipo de argucias como
cambios en la constitución política del país, por ejemplo. Qué otros pensadores
como Marx, Engel o Lenin han podido influir desde la óptica de estos inventores
sociales en la juventud del mundo, creo que muy pocos en estos momentos, y no
digo que no existan solo que no han influido de la forma como estos lo hicieron
en su momento y aún lo siguen haciendo. Algunos dirán que Cristo, y digo que sí
pues el alcance de su influencia en la juventud desde tiempos muy remotos son
casi que perennes. Pero aun en el mundo de hoy la injusticia campea a pesar de
haber transcurrido muchos siglos desde su aparición. Sí, se necesita una
revolución total en el mundo que cambie el sistema en donde menos del 3 por
ciento de la población mundial mantiene acumulando grandes riquezas mientras el
resto de la población se debate entre la subsistencia. Es el sentimiento
juvenil de querer un mundo mejor, pero sus ideales son siempre asesorados por
adultos con claras intenciones de poder, menos la de llegar a establecer un cambio
real en la sociedad ya que ese mismo joven luego de madurar no va a pensar
igual pues las responsabilidades adquiridas a lo largo de su vida le impedirán
continuar por ese sendero, un camino tortuoso lleno de altas y bajas que lo que
menos puede pensar es en hacer la revolución social que soñábamos.