Los
panameños, en su mayoría, tendemos a desmeritar lo nacional frente a lo
internacional. En el caso actual del Covid-19 (SARS-COV-2) han surgido todo
tipo de criterios frente al mismo, incluso algunos llegan a comparar lo actuado
por otros países en este campo presentándolo como lo mejor. Es cierto que se
puede disentir sobre lo actuado, hacer críticas constructivas que aporten a
resolver el problema, e incluso estar vigilantes ante los gastos incurridos
para combatir la pandemia, tal como sucedió recientemente con los ventiladores
y muchos otros casos donde el gobierno nacional ha tenido que echar para atrás
debido a la falta de transparencia en lo actuado, pero cuando veo que países muchos más
avanzados en materia de salud no han podido controlar la pandemia, reflexiono
sobre la forma como se ha estado llevando el asunto en nuestro país. Sumado a
lo anterior me muestro cauto sobre las intenciones reales de algunos
mandatarios en el mundo para enfrentar la pandemia a nivel internacional, como
es el caso de los Estados Unidos donde su presidente dentro de la diversas
locuras ya planteada conminó a sus nacionales a limpiarse internamente sus
cuerpos tomando o inyectándose lysol o lejías (ya hay varios casos de
intoxicación por cloro luego de haber dicho esta atorrancia). Hace varias
semanas atrás había dicho que este señor estaba jugando a la ruleta rusa con
sus ciudadanos debido a que no había tomado las debidas acciones pertinentes para
combatir el virus, burlándose del mismo. Resultado: miles de muertos, la gran
mayoría ciudadanos latinos y minorías que no cuentan con seguros, y con una
cifra cercana al millón de contagiados positivamente. En Europa la misma
receta, e incluso personajes del mundo político de estos países han llegado a
decir, por ejemplo, que la población senil debe dejarse morir para salvar la
economía, u aquellos ciudadanos cuya concepción política promueven la
eliminación de este sector. Igual ocurre en Brasil con Bolsonaro, o en
Nicaragua con Ortega, ni hablar de México. En fin de acuerdo a la formula
ensayada por su clase dirigencial es que
se combate el virus. En el caso que nos compete, en Panamá a pesar de algunos
deslices al principio cuando se descubre la presencia del virus, considero, que
se ha estado llevando con suma prudencia, y su efectividad la estaremos viendo
dentro de unas semanas más, solo hay que estar pendiente de continuar las
directrices de quedarse en casa, y practicar el alejamiento social, además del
lavado constante de manos. Panamá cuenta con un buen equipo profesional en
materia salud, la gran mayoría preparadas en las aulas de la Universidad de
Panamá. Sumado a esto, y quiero hablar muy brevemente sobre el mismo, el actual
sistema de salud en nuestro país es una triada donde se conjugan los esfuerzos
médicos del sistema privado, los asegurados de la CSS, y el Ministerio de Salud
quienes en forma aunada han estado enfrentando la pandemia. Claro que se nota
la cabeza central de estos esfuerzos donde el MINSA lleva la batuta, y eso
era de esperarse pues a pesar de que el sistema de salud público se inició en
la década de los 40, no fue hasta que el General Torrijos y sus equipo, entre
ellos el Dr. Renán Esquivel crearan el andamiaje que permitió llevar la salud a
todos los rincones del país a través de su consigna “Salud igual para todos”
Marco Gandásegui escribió en 2010 ante la desaparición física del Dr. Esquivel
lo siguiente: “La
metodología de Esquivel asombró a muchos e, incluso, fue rechazada por sectores
políticos importantes del país. Por un lado, proyectó el presupuesto
hospitalario (médicos, paramédicos, equipo y recursos) a las comunidades de la
ciudad de Panamá y al resto del país. Por el otro, abrió las puertas del
hospital para que entrara la comunidad – padres de familia, vecinos y amigos –
al centro de salud. La recuperación del enfermo es mucho más rápido y eficaz
cuando lo acompaña un ser querido. Su planteamiento central era que el médico y
el equipo de salud no debería reducir su trabajo al tratamiento de la
enfermedad. Al contrario, debería hacer énfasis en la producción de salud en
las comunidades y a prevenir la enfermedad. El concepto de producción de salud
era revolucionario ya que reconocía que el bienestar de la población es el
resultado del trabajo de la misma gente…Las reuniones con los médicos eran
sesiones pedagógicas donde martillaba sobre las nociones de salud comunitaria.
Poco después de ser nombrado ministro, dio la orden de que todos los médicos
tenían que salir a trabajar a las comunidades. El país fue “sectorizado” para
que las condiciones y problemas de salud se estudiaran con detalle. Como
consecuencia, Esquivel se adentró en lo que más le interesaba. Fue a trabajar
con la gente, en las comunidades del país, a la cabeza de su equipo de salud”.[1] Sí, el sistema
fue creado con base a objetivos centrales como el de la prevención y el de
llevar la salud a las comunidades. Y es precisamente este andamiaje el que está
dando la cara para contrarrestar la pandemia, pese a los esfuerzos por
desvirtúalo, o desarmarlo en gobiernos pos invasión atendiendo recetas foráneas
de privatizarlo. Lamentablemente uno de estos gobiernos fue el de otro
Torrijos, Martín quien, a decir de Gandásegui en otro escrito de 2009 “Con los llamados
“ajustes económicos” de la década de 1980, se cuestionó la viabilidad de los
programas de salud de Panamá. Se planteó que la salud no era un derecho de la
población. Más bien, decían los neoliberales que se insertaban en las oficinas
públicas, la salud puede ser un buen negocio para el beneficio de los
empresarios. Así se comenzó a hablar de la privatización del saneamiento
ambiental y del agua. La atención de los niños y de la madre, en todo el país,
comenzó a disminuir debido al alto costo que representaba. Los programas de
educación permanente fueron debilitándose y con el tiempo se volvieron
caricaturas introducidas por agencias como el Banco Mundial, el BID y el FMI. A
pesar de los recortes en servicios de salud, en la construcción de centros
hospitalarios y en la compra de medicamentos, los presupuestos en el sector
salud siguieron aumentando. A lo largo de la década de 1980 y 1990 los
programas de salud del gobierno se convirtieron en excelentes negocios.
Incluso, durante los años en que EEUU agredió con un bloqueó a Panamá (1987-1989)
las ganancias fueron aún más generosas para los empresarios. La salud tal como
fue concebida en la década de 1970 desapareció y se convirtió en un negocio.
Las empresas farmacéuticas, de equipos médicos, las constructoras y sus
financistas se repartían los presupuestos nacionales en combinación con
funcionarios corruptos. Mientras más recursos tenía el presupuesto del gobierno
menos servicios recibía la población y más ganancias hacían las empresas
especializadas en descuartizar las aspiraciones populares. (ver https://www.alainet.org/es/active/29897). El sistema está siendo
desmantelado, lo poco que queda de el es la que en buenas cuentas está
respondiendo. Si comparamos el sistema de salud de los norteamericanos donde
casi todo está privatizado, y no ha podido responder contundentemente al
momento y vemos el nuestro, por lo menos este está respondiendo conscientemente
demostrando su valía, y la necesidad de retomar el camino andado de lo que era
“Salud igual para todos”. De ahí que debemos hacerle la venia a todos los que
trabajan en el sector salud, son nuestros héroes, y han demostrado que la
inversión realizada en su preparación no ha sido en vano. Quizás suene un poco
a utópico pues los sectores que lucran con la salud del panameño son muy
poderosos, pero una política pública aupada por los centros de poder puede
lograr ese retorno. Lamentablemente hay asuntos serios que ventilar con
respecto a la llamada corrupción estatal. Es un vergüenza, una falta de
escrúpulos, de irrespeto, de deshonestidad, de ética y decoro que mientras centenares de funcionarios del sector salud, policías, y jóvenes voluntarios
dedican su esfuerzos diarios para contener la pandemia, y la población acepta
las medidas de quedarse en casa (aun a riesgo de no contar con el apoyo
gubernamental para obtener lo esencial para su supervivencia) haya personeros
cuya mentalidad es la de ver cómo logran acrecentar sus riquezas personales en
detrimento del erario que manejan para la compra de los insumos. Esto, no tiene
perdón y deben ser debidamente castigados porque no solo ponen en juego los
esfuerzos por vencer la pandemia sino que su accionar contradice enormemente
cualquier indicio de transparencia que las autoridades quieran dar en este
momento tan crucial para el país.
[1] Renán
Esquivel: Salud igual para todo Marco A. Gandásegui h.
en revista alai. América Latina en Movimiento. https://www.alainet.org/es/active/42016