viernes, 1 de marzo de 2013

Traficantes de la dignidad humana


        Millones de personas son sometidas en el mundo por parte de traficantes de seres humanos. Desde tiempos remotos y en diversas épocas, son esclavizados, y vejados en sus más íntimos orgullo, llegando incluso a acometer actos lesivos a su propia dignidad.
         La dignidad del hombre y de la mujer es un derecho fundamental reconocido por casi todas las naciones del orbe, esta no se pierde sea esta por razones de tipo económica, política, o religiosas. Sin embargo cada año más de 800 mil personas son atrapadas en las redes de los traficantes quienes los conviertes en verdaderos esclavos donde no se respeta su condición humana obligándolos a sufrir todo tipo de abusos sea este a través del comercio sexual o laboral.

         La preocupación de este problema de alcance mundial ha llevado a los gobiernos a generar políticas públicas tendientes a contrarrestar las acciones del crimen organizado que no solo se mueve en el ámbito del tráfico de las drogas o de armas, sino en el de personas, y de migrantes ilícitos, considerado por ello como un asunto de seguridad para estas naciones.

         Los Estados Unidos cuya fronteras son hoy permeables a este tipo de tráfico, por ejemplo, prepara un informe anual, el de la Ley de Protección de Víctimas de Trata del Departamento de Estados Unidos, donde se muestra el avance de los gobiernos en materia de contención, prevención, legislación y sanción de las personas que se dedican a esta forma de sometimiento involuntario de las personas.

         El informe al referirse a nuestra región muestra la poca importancia que este problema le están dando los gobiernos latinoamericanos. Por ejemplo en el informe del año 2011 se menciona a 18 países de la región, de estos 12 están en el nivel 2, los cuales no cumplen plenamente los estándares mínimo, pero hacen esfuerzos para superarlos, entre ellos están Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Perú.

         Dentro del nivel LV2, están tres países quienes no cumplen los estándares mínimos, tienen número elevados de trata y no tienen pruebas suficientes de avance. Estos son Costa Rica, Ecuador y Panamá. Hay otros como Cuba y Venezuela ubicados en el nivel 3 donde no se cumplen el mínimo requerido, y no hacen esfuerzos para revertir la situación. Colombia es considerada como el único que cumple estas normas mínimas del TVPA, por lo que se encuentra en el nivel uno.

         La trata de personas es un negocio que mueve miles de millones de dólares anuales, es considerado el tercer ingreso, luego del tráfico de armas y el narcotráfico que van a parar a las arcas de los delincuentes. En nuestra región la cifra anual de personas que caen en manos de estas mafias se calcula en una 250 mil, la mitad es destinada a la explotación sexual, donde el 50% son jóvenes, niños o niñas generando la respetable suma de más de 16 mil millones de dólares anuales.

La dignidad de las personas

        La Declaración de los Derechos Humanos en el preámbulo de la misma reconoce la dignidad humana como algo exclusivo del ser humano afirmando: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana

         Es la conducta inherente al hombre o la mujer que adopte sea individual o colectiva y que se nace con ella, o sea que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, reza el artículo 1 de la Declaración de los Derechos Humanos.

         En el artículo 4 nos indica de que nadie debe estar sometido a esclavitud, ni servidumbre, prohibiendo la esclavitud y la trata de esclavos, además en su capítulo cinco, asume la importancia de que nadie debe ser sometido a torturas, ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes, más sin embargo, esto no parece ser la óptica de los que se benefician del comercio del dolor y la dignidad humana.

         El catolicismo, una de las religiones más importantes del mundo, nos enseña que el séptimo mandamiento prohíbe acciones o iniciativas, independientemente de la razón, egoísta o ideológica, comercial o totalitaria, llevar a la esclavitud a seres humanos.

         Al respecto el Papa Juan Pablo II se refirió a este problema diciendo que el tráfico de seres humanos constituye un ultraje vergonzoso contra la dignidad humana y una grave violación a los derechos fundamentales del hombre.

         Entonces que es la dignidad humana. Esta es entendida como el carácter irrepetible, incomunicable y subsistente del ser personal, con nombre propio, dueño de su propia intimidad que él o ella solo conoce, capaz de crear, soñar y vivir su vida, en libertad, con capacidad de expresar sus desvelos, risas, sueños, amores, y con capacidad de crear. De ahí el valor intrínseco de la palabra, la cual no depende de factores externos, es propio del ser en su individualidad.

         Paul Tiedemann, alemán, plantea en “Dignidad Humana como Término Jurídico. Una aclaración filosófica”, que el concepto de dignidad es un asunto filosófico, y que su uso en áreas como el jurídico, político, o ético, se muestra muy impreciso, y por ello “la dignidad humana debe considerarse como un valor máximo absoluto. El ámbito de aplicación de este valor puede ser pequeño, su peso es en cambio, muy grande”.

         La filosofía como ciencia se ha ocupado del concepto por ser muy controvertido el cual refieren al ámbito de la ética. Y en ese mundo encontramos a Kant, quien hizo una distinción muy clara entre “valor” y “dignidad”. Para Kant, la dignidad adquiere ese valor intrínseco en la persona que entra en el campo de lo moral, sin equivalente. No puede ser confundida con ninguna otra cosa o mercancía, dado que no se trata de nada útil ni intercambiable o provechoso. Por ello afirma que lo que puede ser reemplazado y sustituido no posee dignidad, sino precio.

         En este caso cuando a una persona se le pone precio, se le trata como mercancía, según Kant, quien considera además que una persona es el sujeto cuyas acciones son imputables, o sea tiene responsabilidad moral frente a sus acciones. Mientras que una “cosa es algo que no es susceptible de imputación”.

         El ser humano como ser está dotado de razón y de voluntad, es libre, sus acciones se mueven dentro de lo que se proponga realizar, proponerse fines, puede hacerse preguntas morales, comprender entre lo que es justo o injusto, saber qué es moral o inmoral, y de actuar según estos preceptos, con responsabilidad.

         La autonomía moral es una característica que le da Kant inherente al ser humano, y es el fundamento de la dignidad humana, atribuible solo a los seres racionales, distinguiendo de esa forma de los demás animales. La moral es un código de conducta con el cual nacemos, es propio de nosotros los humanos y por ello no podemos negar su existencia. O sea que en la medida de que lo niegue o lesione la dignidad del otro, afecto la dignidad propia, mi moral como ser humano.

         Ahora bien, algunos podrán decir que existen seres humanos que no puede sostenerse en sí mismo, son discapacitados, por una u otra razón, esto no es así pues todo ser humano por el solo hecho de ser serán siempre eso, personas, y como tal deben respetarse sus derechos y su dignidad.

Consideraciones en el ámbito del derecho internacional

         Derivada del adjetivo latino, dignus, la palabra dignidad se traduce como “valioso”, es algo que adquiere valor al ser humano como ser racional dotado de libertad y poder creador.

         Esta reconoce el respeto a la persona independientemente de las diferencias. El termino como fundamento del derecho internacional se remonta a la conclusión de la II Guerra Mundial, cuando se pacta la Declaración de los Derechos Humanos en 1948.

         Luego varios pactos, entre ellos dos de alcance mundial es retomado a partir de 1966, y por la mayoría de los instrumentos condenatorios de una serie de prácticas que atacan la dignidad humana como lo son la tortura, las penas degradantes, las condiciones infrahumanas en el trabajo, las discriminaciones de cualquier tipo, extendiéndose hoy día hacia la bioética, la cual tiene que ver con el embrión o el genoma humano.

         Así mismo vemos que el concepto ha sido incorporado en un muchas Constituciones de los países firmantes del pacto de 1948. Este es el caso de la Constitución de Alemania, la cual reconoce en su artículo primero, que la “dignidad humana es intangible. Los poderes públicos tienen el deber de respetarla y protegerla”, esto luego de la debacle a que fue sometido el mundo por el régimen nazi.

         Entonces podemos inferir que toda persona que se dedique al tráfico de personas no solo está violentando la dignidad de los que se ven sometido a sus acciones sino incluso la propia, al dejar a un lado todo comportamiento moral rechazada por todos los gobiernos en el mundo.

         El daño que esto provoca en la persona y la sociedad en general es incalculable. De salida destruye lazos familiares y sociales, uno de los pilares esenciales de la misma sociedad.

         Una de las razones por la que este flagelo aún supervive en nuestro días es la poca importancia que el caso de dan la opinión pública la cual se muestra insensible ante la miseria humana, siendo en muchos casos cómplices o participantes de esta situación.

         Esto sucede cuando existe una cultura economicista y materialista, olvidándose del carácter moral que reduce la dignidad de las personas a una  mera mercancía. En esto la mujer es una de las victimas más palpables dado el hecho de que ella es vendida prácticamente a sus proxenetas, degradándola a una situación de extrema pobreza.

         La mujer es  considerada como un objeto de explotación, un instrumento de interés egoísta o de placer. Es alarmante la situación, solo en el sudeste asiático, unas 250 mil mujeres y niñas son obligadas a prostituirse cada año, es un mundo de mucha violencia, y con grandes posibilidades de contraer enfermedades como el SIDA.

         Hay que hacer algo y tomar posición frente al problema lo que nos debe llevar a exigir políticas públicas para detener este crimen que amenaza con aumentar agravada por la crisis económica, concluyendo en programas preventivos, protección y persecución de este flagelo, repito, que amenaza la estabilidad de las naciones y del ser humano como tal.