sábado, 16 de noviembre de 2013

Un misil que potencia alguna no puede destruir


La gala de los MTV European Music Awards en Amsterdam donde Miley Cyrus hizo su aparición, entre su actuación sacó un cigarrillo de mariguana, (se está investigando si era eso o un cigarrillo, prohibido en esa área del espectáculo) lo encendió y lo comenzó a fumar. La juventud que asistió al evento, gritaban emocionados ante tan desagradable hecho, para ellos, natural, pues en ese país se permite el consumo de este tipo de alucinógenos. Esta reflexión no va en contra de las facultades que como artista la engalanan o de ningún artista en particular, sino contra la conducta en sí, que en buena cuenta, es copiada por miles de millones de fanáticos en el mundo.

                Holanda despenalizó el uso del consumo y posesión de esta hierba (cinco gramos) en 1976. Cyrus una recordada estrella infantil logró fama por su serie “Hannah Montana”, artista que goza en la actualidad de un considerable éxito, donde los conciertos y apariciones en público se cuentan por cientos, y cada paso de ella, es retransmitido y reproducido por todos los medios de comunicación existentes en el mundo.

                Sobre la vida despreocupada, y licenciosa que lleva, muchos han intentado darle o buscarle una explicación a sus actos, y la mayoría llegan a ser condescendientes con la artista, llegando incluso a dar explicaciones de ese comportamiento que raya en la excusa, cuando ella no tiene ningún interés de darlas. Ese comportamiento es muy deplorable en sí, pues ella solo reproduce lo que se le ha inculcado dentro de una sociedad hedonista, con la falta de escrúpulos de todo tipo y muy poco solidaria con las realidades de otros países del planeta.

                Este comportamiento es extensible a casi todo el ámbito artístico, lo que nos lleva a interrogarnos, si ellos, y ellas son conscientes del daño que produce esta conducta en la juventud mundial. Me contesto. No. No son conscientes. La imagen, la de una joven estrella fumando un pitillo de mariguana, es como un misil que acaba con todos los esfuerzos que hacen las naciones en el orbe para combatirlo. Es un arma letal que ninguna fuerza armada puede detener. No hay forma de contrarrestar este acto. Y así, cada ídolo de la música o del espectáculo hace lo propio, reproduciendo un vicio que acaba con miles de vidas.

                En América Latina se arman hasta los dientes a las fuerzas armadas con el fin de combatir este flagelo, apoyados por organismos internacionales, entre muchas organizaciones como ONG interesadas en combatirlas, y el crimen organizado también hace lo propio. Así mismo se dictan leyes para evitar la comercialización y el tráfico de este producto, llenando las cárceles de personas que buscaron ese medio para poder subsistir. ¡Sí! Las cárceles están llenas de pequeños pececitos dedicados a este negocio, mientras los grandes tiburones, se pasean intocables por las calles del mundo, pues tienen el recurso para que las leyes los protejan.

                Contrario a esto, los países consumidores, se muestran permisibles ante la proliferación y comercialización de estos productos. No se nota que tengan un interés de combatirlo desde dentro. De ahí que es necesario que se creen programas para contrarrestar el éxito, o popularidad que tienen las drogas en la juventud, especialmente en estos países del primer mundo, donde el dinero lo compra todo.

                De no hacerlo, niñas consentidas como Miley Cyrus seguirán creyendo que sus actos son inocentes, pues no lo ven como un problema que daña sus salud, o  su entorno; actuación que es copiada por miles de fanáticos, en todas partes del mundo, mientras, y esto es lo triste, en las calles de nuestra América, la juventud se bate a tiro para hacerle llegar el producto, y también caen en las garras de este flagelo.

                Ante esto, no hay armamento que pueda contrarrestarlo, pues una sola imagen de un segundo como el descrito, destruye toda campaña de prevención o de coacción, la cual en muchos casos se han estado elucubrando por años. Entonces, sería oportuno despenalizar este producto, lo que nos ahorraría los gastos enormes en armamentos que se adquieren para combatirlo, y donde los primeros en ser beneficiados, son precisamente los países consumidores, pues ellos son los que tienen las grandes fábricas de armamentos que nos vende para esta guerra que parece no acabar.

                También se les quitaría el comercio a los inescrupulosos traficantes, y sobre todo, podríamos destinar esos miles de millones de dólares que se gastan en armamentos para apoyar al agro, y venderles los productos necesarios para que se desintoxiquen luego de consumir este mortífero vicio.

                   

 

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