jueves, 17 de julio de 2014

Por qué un periodista no puede ser un millonario


               Cada cinco años en Panamá se da un fenómeno en el campo profesional del periodismo, y es la migración de connotados periodistas de radio, tv y prensa hacia las relaciones públicas del Estado, unos a servir como voceros otros a despachar desde oficinas las gacetillas del actuar de sus ministros o funcionario de turno lo que nos mueve a reflexionar sobre este asunto pues algunos periodistas, colegas de estos, lo ven con malos ojos pues hablan de que se pone en juego la verticalidad y la ética del periodista.

                Y la pregunta es ¿por qué? Muchos de estos periodistas cuando están en sus puestos de medios privados mantienen un cierto rechazo a la labor de los periodistas que trabajan en el Estado, algunos los ven con desdén, un trabajo de poco valor, llamándolos “gacetilleros” más sin embargo no dudan en ocupar el puesto que se les ofrece en estas oficinas cuando cambian los gobiernos. Pero, y vuelvo a preguntarme, por qué ese afán de migrar hacia estos puestos, si en los mismos no tendrán la prestancia que tienen en sus medios privados.

                Una de la posible respuesta a esta interrogante es el salario, y me voy por ese punto pues considero que aquí está el quid del asunto. A pesar de que en los medios televisivos, radiales o escritos el periodista adquiere prestancia e imagen en la opinión pública de mucha valía, estos no dudan en poner su puestos en el momento o la oportunidad que se les presente de ser voceros del Estado. Es que precisamente, en estos medios, los salarios que se pagan no corresponden al esfuerzo realizado por estos esforzados trabajadores. Usted no dejaría un puesto así por otro si estuviera bien remunerado. Por ello venden su credibilidad, e imagen al mejor postor, en este caso, las oficinas públicas del gobierno. Además a esto se le suma la conveniencia  de tener un despacho, carro a su disposición, menos horas de trabajo, mayor tiempo para dedicárselo a sus familias, entre otras facilidades que hacen que el trabajo del periodista en el Estado sea más llevadero.

                La rebatiña de puestos de esta índole que se da cada cinco años pone a periodistas a pelear el puesto del otro periodista. Los organismos colegiados y los sindicatos profesionales ni se inmutan en tratar de mediar o acabar con esta práctica. Al contrario, sus dirigentes también participan de esta piñata, pues ser directivo o secretario general de este gremio los califica para participar no en uno sino incluso en varios puestos sean como directores de relaciones públicas, consultores de imagen o asesores.  No importa si fue condiscípulo o amigo, compañero de estudios. No, la realidad es que estos puestos son de libre remoción y el nuevo funcionario trae a sus gestores de opinión pública bajo la manga. De ahí que el periodista tome partido frente a la realidad política, y es así cuando se pone en duda la verticalidad y la ética del informador.

                Los medios de comunicación son un negocio muy lucrativo y los espacios noticiosos son considerador de mucho valor, y generan millones de dólares todos los años a los dueños de medios, pero no así para el periodista, pues a pesar de gozar de ciertas prebendas para hacer presentable su imagen en la tele, especialmente, no le reditúa lo suficiente para poder decir que con mi esfuerzo me hice millonario. Al contrario, esta profesión no genera millonarios y los dueños de medio mantienen a los periodista bajo un régimen ético donde toda actitud lucrativa propia es un atentado a la ética periodística, y es penalizado por el medio.

                Otras de las razones es las largas horas que el periodista de medios dedica a buscar la noticia, he visto a periodistas de televisión y radio estar en la mañana, a horas tempranas que inicia el noticiero, lógicamente debió haber entrado con una o dos horas antes del inicio para preparar la noticias, luego en la tarde los veo reportando, y en la noche aparecen también, ya sea desde la calle reportando o emitiendo las notas de prensa. En buenas cuentas son más de ocho horas las que el periodista le dedica diariamente a estos medios de comunicación para mantener informada a la población, labor que en muchos casos, reitero, no es bien remunerada.

                Esto ocurre en la mayoría de los países del mundo, claro está con algunas excepciones, sumándose a esto los peligros que debe enfrentar el periodista a la hora de buscar su información. Peligros que en múltiples casos ha costado la vida de importantes trabajadores de la información. Otros han tenido que buscar otras alternativas más rentables para poder mantener su necesidad de informar sobre los hechos noticiosos, o sea practican otras profesiones (abogados, ingenieros, entre otros) para poder contra llevar su pasión periodística.

                Lo cierto es que mientras todos los puestos de oficiales de prensa no sean puesto a concurso, como ocurre en algunas instituciones del estado, la práctica de “quítate para ponerme yo” continuaran. Esto debe ser el norte de todas las asociaciones y gremios que dicen representar y respetar la labor del periodista panameño. Por otro lado, el advenimiento de las nuevas formas de hacer periodismo, me refiero a internet, está haciendo que muchos periodistas simpaticen en crear sus propias páginas informativas compitiendo en contenidos con otros medios, canalizando gran parte de las ganancias hacia sus propios bolsillos. Lo cierto es que el periodismo como lo conocíamos, donde el abnegado periodista moría por lograr la primicia está cambiando, y el público premia a aquellos que están ofreciendo mejores contenidos en la red haciendo mucho más rentable la labor periodística para el periodista de hoy. Amanecerá y veremos.