Cada cinco años en Panamá se da
un fenómeno en el campo profesional del periodismo, y es la migración de
connotados periodistas de radio, tv y prensa hacia las relaciones públicas del
Estado, unos a servir como voceros otros a despachar desde oficinas las
gacetillas del actuar de sus ministros o funcionario de turno lo que nos mueve
a reflexionar sobre este asunto pues algunos periodistas, colegas de estos, lo
ven con malos ojos pues hablan de que se pone en juego la verticalidad y la
ética del periodista.
Y
la pregunta es ¿por qué? Muchos de estos periodistas cuando están en sus
puestos de medios privados mantienen un cierto rechazo a la labor de los
periodistas que trabajan en el Estado, algunos los ven con desdén, un trabajo
de poco valor, llamándolos “gacetilleros” más sin embargo no dudan en ocupar el
puesto que se les ofrece en estas oficinas cuando cambian los gobiernos. Pero,
y vuelvo a preguntarme, por qué ese afán de migrar hacia estos puestos, si en
los mismos no tendrán la prestancia que tienen en sus medios privados.
Una
de la posible respuesta a esta interrogante es el salario, y me voy por ese
punto pues considero que aquí está el quid del asunto. A pesar de que en los
medios televisivos, radiales o escritos el periodista adquiere prestancia e
imagen en la opinión pública de mucha valía, estos no dudan en poner su puestos
en el momento o la oportunidad que se les presente de ser voceros del Estado.
Es que precisamente, en estos medios, los salarios que se pagan no corresponden
al esfuerzo realizado por estos esforzados trabajadores. Usted no dejaría un
puesto así por otro si estuviera bien remunerado. Por ello venden su
credibilidad, e imagen al mejor postor, en este caso, las oficinas públicas del
gobierno. Además a esto se le suma la conveniencia de tener un despacho, carro a su disposición,
menos horas de trabajo, mayor tiempo para dedicárselo a sus familias, entre otras
facilidades que hacen que el trabajo del periodista en el Estado sea más
llevadero.
La
rebatiña de puestos de esta índole que se da cada cinco años pone a periodistas
a pelear el puesto del otro periodista. Los organismos colegiados y los
sindicatos profesionales ni se inmutan en tratar de mediar o acabar con esta
práctica. Al contrario, sus dirigentes también participan de esta piñata, pues
ser directivo o secretario general de este gremio los califica para participar
no en uno sino incluso en varios puestos sean como directores de relaciones
públicas, consultores de imagen o asesores. No importa si fue condiscípulo o amigo,
compañero de estudios. No, la realidad es que estos puestos son de libre
remoción y el nuevo funcionario trae a sus gestores de opinión pública bajo la
manga. De ahí que el periodista tome partido frente a la realidad política, y
es así cuando se pone en duda la verticalidad y la ética del informador.
Los
medios de comunicación son un negocio muy lucrativo y los espacios noticiosos
son considerador de mucho valor, y generan millones de dólares todos los años a
los dueños de medios, pero no así para el periodista, pues a pesar de gozar de
ciertas prebendas para hacer presentable su imagen en la tele, especialmente,
no le reditúa lo suficiente para poder decir que con mi esfuerzo me hice
millonario. Al contrario, esta profesión no genera millonarios y los dueños de
medio mantienen a los periodista bajo un régimen ético donde toda actitud
lucrativa propia es un atentado a la ética periodística, y es penalizado por el
medio.
Otras
de las razones es las largas horas que el periodista de medios dedica a buscar
la noticia, he visto a periodistas de televisión y radio estar en la mañana, a
horas tempranas que inicia el noticiero, lógicamente debió haber entrado con
una o dos horas antes del inicio para preparar la noticias, luego en la tarde
los veo reportando, y en la noche aparecen también, ya sea desde la calle
reportando o emitiendo las notas de prensa. En buenas cuentas son más de ocho
horas las que el periodista le dedica diariamente a estos medios de comunicación
para mantener informada a la población, labor que en muchos casos, reitero, no
es bien remunerada.
Esto
ocurre en la mayoría de los países del mundo, claro está con algunas
excepciones, sumándose a esto los peligros que debe enfrentar el periodista a
la hora de buscar su información. Peligros que en múltiples casos ha costado la
vida de importantes trabajadores de la información. Otros han tenido que buscar
otras alternativas más rentables para poder mantener su necesidad de informar
sobre los hechos noticiosos, o sea practican otras profesiones (abogados,
ingenieros, entre otros) para poder contra llevar su pasión periodística.
Lo
cierto es que mientras todos los puestos de oficiales de prensa no sean puesto
a concurso, como ocurre en algunas instituciones del estado, la práctica de
“quítate para ponerme yo” continuaran. Esto debe ser el norte de todas las
asociaciones y gremios que dicen representar y respetar la labor del periodista
panameño. Por otro lado, el advenimiento de las nuevas formas de hacer
periodismo, me refiero a internet, está haciendo que muchos periodistas
simpaticen en crear sus propias páginas informativas compitiendo en contenidos
con otros medios, canalizando gran parte de las ganancias hacia sus propios bolsillos.
Lo cierto es que el periodismo como lo conocíamos, donde el abnegado periodista
moría por lograr la primicia está cambiando, y el público premia a aquellos que
están ofreciendo mejores contenidos en la red haciendo
mucho más rentable la labor periodística para el periodista de hoy. Amanecerá y veremos.
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