Selección de Panamá muestra su indignación |
Si hay alguien que cree que en el
fútbol no hay mafia esto cambio con el juego entre la selección de México y
Panamá en la Copa de Oro jugada en los Estados Unidos y organizada por la CONCACAF el
pasado miércoles 22 de julio de 2015. Es cierto que para que este juego de
resultados debe contar con los patrocinadores, en muchos casos empresas
poderosas que lucran con los suvenires, publicidad o accesorios que utilizan
los atletas y que generan las competencias en este noble juego.
Pero
el asunto es que el sector comercial no interrumpa el otro, los juegos. En
otras palabras que los enormes poderes económicos no se inmiscuyan en el
desarrollo de las justas deportivas. Visto de esta forma el juego se presenta
prístinamente, transparente donde los mejores son los que triunfan. En estos
últimos tiempos el conocimiento de técnicas, de preparación, de contar con
muchos fondos económicos, de tener todo un engranaje científico que esté atento
a los requerimientos de sus atletas se han visto superado y no ha sido
obstáculo para que equipos pequeños salgan victoriosos gracias al afán de
aquellos deportistas que sin contar con todo esto, solo con su corazón para
jugar han triunfado pese a todas las adversidades.
En
el caso del fútbol rentado, los Estados Unidos pueden ser tomados como ejemplo cuando hace más de veinte años, ellos,
los norteamericanos decidieron entrar en el juego invirtiendo millones de
dólares para obtener selecciones de jugadores de primera línea solo con el fin
de entrar en el negocio multimillonario que da el fútbol pues no querían ser excluido
del deporte de las multitudes. Lastimosamente a nivel mundial no han
comprendido que no debe sobreponerse el dinero que genera las justas deportivas
en detrimento de la transparencia del juego.
Y
esto último es lo que nos dieron a entender la famosa CONCACAF, organismo
regional en que participa Panamá en el fútbol, ya que en forma abrupta, sin el
mayor sonrojo, y descaradamente impone un penalti que hace que todo lo
trabajado por los arietes panameños en el campo casi finalizando la contienda
donde ganaban se fuera a la basura. Desde el inicio se noto la saña contra la
selección panameña pues sacan a un jugador importante al principio de juego, y
con diez jugadores se les anota el gol al seleccionado mexicano imposibilitando
que le iguale el marcador durante los casi 90 minutos lo que hace obligatorio
la otra sentencia, el penalti, a la par de la cantidad de tarjetas amarillas
que se dieron durante todo el partido.
No
hay palabras para calificar lo sucedido a Panamá en la Copa Oro del 2015, lo
cierto es que hay que elevar las más enérgicas protestas en todos los foros de
este deporte para que esto no vuelva a ocurrir y hacer un cambio total entre
los que están regentando el fútbol no solo regional sino internacional ya que
les están haciéndole un daño muy grave al deporte. La corrupción campea
alegremente en sus entornos y se debe procurar devolverle el verdadero sentido
de las contiendas futbolísticas. Las consignas de paz, de no al racismo, de
transparencia, entre otras hace mucho
tiempo se están poniendo en duda debido a la presencia de una élite que
prefiere el dinero que elevar las competencias a niveles de transparencia. Panamá y su selección nacional ganó en buena lid, no salió derrotada, al contrario el
fútbol si salió malogrado debido a una mafia que se a apoderado de este hermoso
deporte de las mayorías.
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